a pandemia y las crisis mundiales subsecuentes transformaron el modo en que los negocios operan. En ese sentido, la presidenta de la Comisión de Normas de Auditoría y Aseguramiento (Conaa) del Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP), Verónica Abigail Galindo López, menciona que durante el confinamiento hubo problemas con los buques y cargueros y, por consiguiente, falta de suministros, algo que los comités de auditoría de cada empresa deben evaluar para estimar riesgos, determinar cómo esto afecta a la industria y garantizar que haya elementos para vender.
“Al final, factores como la inflación y el aumento en los costos de transporte están originando que los productos se vuelvan más caros; por ello, se tiene que comprender el contexto, así como las regulaciones fiscales y de sustentabilidad”, detalla.
Lo anterior es responsabilidad, sobre todo, de los auditores internos, quienes se enfocan en la prevención y no tanto en la detección, además de que buscan optimizar el sistema de control interno. Los auditores externos, por su parte, deben estar al día con todo lo que impacta en el entorno empresarial, así como pensar en el cliente, en el negocio que van a auditar y en qué riesgos enfrenta, para después enfocar su esfuerzo en estos últimos.
Los auditores internos se enfrentan a los riesgos significativos y materiales que pueden afectar la presentación de los estados financieros y de acuerdo con Galindo López, este enfoque de análisis del auditor siempre ha existido, pero está en constante evolución: “lo que tiene que hacer el auditor es ser proactivo, conocer su área y adaptarse a las circunstancias”, asegura.
Por esto, es importante que tanto el comité de auditoría como los auditores externos colaboren con el consejo de administración en la identificación y gestión de riesgos. “Si esta corresponsabilidad se da en la práctica, proporciona una seguridad en la información financiera”, puntualiza.
Ante la constante evolución digital, Galindo López advierte que los estados financieros incrementarán los problemas de evaluación en los inventarios, puesto que “con todo el cambio tecnológico, pudiera ser que se destruyan los inventarios actuales porque ya están obsoletos, y con ello habrá necesidad de castigarlos”.
Derivado de ello, comenta que “la consecuencia sería, una vez más, evaluar el deterioro y movimiento de los inventarios a la par de las cuentas por cobrar, sobre todo si se trabaja con empresas como Pemex que no están pagando a sus proveedores, pero a las cuales se les están otorgando bonos”. En este tenor, habría que revisar quién los puede descontar y a qué costo.
Pese a ser un proceso complejo, es necesario que el financiamiento entre como una herramienta para hacer frente a esta situación, la cual debe ser analizada por los comités de auditoría, que “siempre se han manejado por la evaluación de riesgos; sin embargo, un punto clave es la revisión de la capacidad que se tiene para seguir hacia adelante”, subraya.
Obligaciones ante los cambios a las NIGC 1 y 2 y a la NIA 220La especialista explica que la aplicación de las Normas Internacionales de Gestión de la Calidad (NIGC) 1 y 2 inicia el 15 de diciembre del presente año y que, a pesar de que habrá una transición y un periodo de adaptación, la práctica de la auditoría se va volviendo más compleja y que las Normas de Información Financiera (NIF) son las más difíciles de comprender.
Asimismo, agrega que los requerimientos de los usuarios de datos financieros, proveedores, bancos y reguladores ‒como la Comisión Nacional Bancaria y de Valores o la Junta de Supervisión de Contabilidad de Empresas Públicas‒ han presionado a grandes compañías que de alguna manera ya eran auditadas y no mostraban ningún problema.
“Ese tipo de asuntos ha hecho que los usuarios de los estados financieros exijan que la auditoría se haga con calidad y mayor análisis sobre las situaciones y los riegos que se pueden materializar”, enfatiza.
En respuesta a estos requerimientos, las NIGC requieren que las firmas de auditoría implementen un sistema de riesgos y de control de calidad para garantizar que los trabajos que se hagan sean revisados y monitoreados para una mejora continua.
Por otro lado, está la Norma Internacional de Auditoría (NIA) 220, Gestión de la calidad de la auditoría de estados financieros, la cual pone al socio de auditoría como responsable de todo lo que pase en esta evaluación. “Esta práctica ya se realizaba, pero lo que se intentó fue hacer dos normas diferentes, una para las firmas de auditores y otra para el trabajo que realizan”, aclara.
Este tipo de implementación requiere de inversiones, sistemas, análisis y asesores, dado que el gobierno corporativo de las empresas también posee una matriz de riesgos, algo que las firmas no tenían puesto que involucra tiempo y dinero. “Considero que quien tenga los recursos lo va a implementar, pero sabemos que no todos tienen esas posibilidades, por lo que será un reto unificar la práctica y que al final todos trabajemos con la misma calidad”, subraya.
Ejemplificó que un asesor fiscal puede brindarle servicios a cualquier compañía sin importar el tamaño, pero auditar a una empresa con un volumen importante de operaciones complejas requiere que quien lo haga invierta en metodología, software especializado y áreas de control de calidad.
Al respecto, anunció que el IMCP ha hecho una labor importante de difusión, buscando que todos los miembros, auditores y firmas que prestan estos servicios acojan las normas y las apliquen en el perfeccionamiento de su trabajo.
Emisión de nuevas NIA por parte de la IASBPor otro lado, comenta que la Junta de Normas Internacionales de Contabilidad (IASB, por sus siglas en inglés) ha publicado la NIA 315, que es una metodología para hacer auditorías con estándares de calidad. Por otro lado, pronto emitirá la NIA 500, Evidencia de auditoría, la cual buscará incluir Tecnologías de la Información (TI).
“Hoy en día la tecnología no está considerada en la práctica; por tanto, lo que se está revisando es cómo encajar toda esta evidencia que nosotros obtengamos de los sistemas de la empresa a través de TI”, reitera.
La NIA 500 abre su periodo de auscultación en septiembre de este año y se estima que concluirá para marzo de 2024. No obstante, conforme salgan los materiales con los que está trabajando la IASB, se tratarán de aplicar algunos procedimientos de forma anticipada.
Otra nueva norma es la NIA 570, Empresa en funcionamiento, que comenzará a ser examinada en 2023, del mismo modo que la norma para entidades menos complejas, la cual pretende que aquellas auditorías que no requieran inversión por tratarse de empresas con actividades no complejas puedan ser revisadas sin tanta normativa, ya que, a la fecha, son caras o involucran un costo más alto para el auditor.
Por último, menciona la norma dirigida al aseguramiento en informes de sustentabilidad. “Este proyecto inició en marzo; no obstante, los trabajos continúan y no hay una fecha estimada para que salga un primer draft”.
Tecnología: un aliado de los auditoresDe acuerdo con Galindo, los auditores deben permanecer alertas a los cambios tecnológicos y de esta forma reducir la brecha digital, “no se puede seguir auditando como se hacía hace diez años o como se hace hoy, por lo que no debemos perder de vista que las compañías y organizaciones siguen invirtiendo en tecnología disruptiva y esto les ayuda a entender mejor su negocio y generar información financiera que les sea útil para la correcta toma de decisiones”.
Un beneficio de lo antes mencionado serán las auditorías de calidad que aportarán valor al gobierno corporativo. “El usar este tipo de tecnologías implica que, como auditores, tengamos equipos de trabajo multidisciplinarios, con expertos que coadyuven a la realización de tareas de análisis”, subraya.
Más allá de esto, los auditores están obligados a promover el cambio, cuidando la información financiera con la que se esté nutriendo el sistema. No obstante, su trabajo no puede ser reemplazado por la tecnología, ya que la TI no va a emitir juicios ni a evaluar los datos. “El auditor cumple una función muy importante al responder ante terceros por la integridad y la razonabilidad que muestran las cifras de los estados financieros a través de su informe”, asevera.
Por esto, siempre tiene que haber alguien que certifique y dé confianza a terceros de la información y las cifras que muestran los estados financieros. “No es que la figura desaparezca, sino que al final vamos a hablar de un auditor del futuro”, aclara.
Para la especialista, los auditores y las empresas deben avanzar de manera conjunta en materia de TI y análisis de datos, lo que implica invertir en sistemas y especialistas que ayuden a obtener información. Por esto, considera que los principales retos para los profesionistas contables que se dedican a la auditoría son:
Lo más importante, refiere, es la capacitación; esto es, poseer conocimientos profundos de las regulaciones profesionales de auditoría e información financiera, de tecnología y del entorno económico en el cual se desenvuelven las compañías.
Por más mujeres auditorasA raíz de la pandemia, el home office ha impulsado a las empresas a replantearse entornos con equidad, inclusión y respeto a la diversidad y perspectiva humana.
En la actualidad, las firmas de auditores están compuestas por 50% de hombres y 50% de mujeres, y sólo 25% de los puestos gerenciales los ocupan estas últimas.
“Es indispensable gestionar políticas que procuren la inclusión de las mujeres y fomenten en ellas el hecho de que pueden combinar la vida profesional y la familiar”, concluye.
Se deben realizar las revelaciones suficientes y necesarias para que los usuarios de la información financiera tengan la oportunidad de conocer los cambios contables y la corrección de errores.
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