Don Roberto se inició como la mayoría de los profesionistas, sin tener absolutamente nada, más que la idea y el deseo de formar un equipo de profesionales que prestaran servicios de auditoría de estados financieros y dieran asesoría fiscal en un tiempo y una época en la que, esto, ni siquiera se entendía de manera cabal.
De manera paralela, ejerció actividades dentro del servicio público y estableció relaciones que resultaron muy útiles para su propósito personal; gracias a eso, la firma que fundó pudo tener una clientela básica mínima, lo que le permitió considerar que el despacho tenía potencial suficiente para caminar un largo trecho, ¡y vaya que lo tuvo!, estamos cumpliendo cien años de la fundación del Despacho Roberto Casas Alatriste (DeRCA).
Al inicio y con los socios idóneos que el tiempo le dio, fue creciendo como auditor de empresas del sector gubernamental y privado. La norma ética de la firma, que anteponía por encima de todo, la alta calidad del servicio, así como la honestidad en el cobro de honorarios (negociados equitativamente), hicieron que el prestigio de la firma fuera creciendo y, con éste, los clientes.
Se alcanzó un nivel importante (en el entonces Distrito Federal) como firma de auditores y asesores fiscales. Al ser esta ciudad el corazón de muchas empresas que atendía el despacho y que, a su vez, éstas tenían presencia en toda la república, fue necesario ampliar los servicios a la provincia; siendo así como la firma alcanzó una importancia nacional mayúscula.
En su tiempo, se le consideró una firma de auditoría de primer nivel en el ámbito nacional y eso fue percibido en el extranjero. Brindó atención a empresas con raíces económicas fuera del país, principalmente de EUA y Europa; asimismo, se comenzó el proceso de internacionalización del despacho y, pronto, algunas firmas extranjeras iniciaron contacto con el propósito de establecer una alianza profesional con don Roberto.
La primera firma extranjera que logró asociarse con DeRCA fue Arthur Andersen, entidad de primer nivel que, no obstante, quiso imponer unas condiciones inaceptables para don Roberto, por ende, terminaron rompiendo relaciones. Posteriormente, se acercó otra firma, Coopers & Lybrand, con la que inició una relación de alto nivel profesional y a la que se integró, iniciando su camino profesional en una dimensión nueva, transmitiendo una imagen profesional respetable en lo local, nacional e internacional; siendo muy eficiente y oportuna en la entrega de los servicios que se le solicitaban.
Los procesos económicos mundiales favorecieron la fusión de Coopers & Lybrand (con quien estaba asociado el despacho de Roberto Casas) con la firma internacional Price Waterhouse, dando nacimiento a PricewaterhouseCoopers (PwC), con lo que DeRCA abandonó su imagen nacional y se convirtió en una firma con presencia mundial de primer nivel, tal como lo tenía pensado don Roberto cuando caminaba del brazo de sus socios por el campo profesional en nuestro país.
Es justo considerar que una vida así, dedicada al trabajo, que concluye en la creación de una firma tan fuerte, es admirable y debe ser vista como ejemplo profesional. Don Roberto Casas Alatriste es un modelo de profesionista que mira más allá del simple quehacer rutinario y lo lleva a un campo donde florece la calidad del servicio profesional que se presta.
Esto debe ser un llamado a los jóvenes profesionistas de estos tiempos para que desarrollen la posibilidad de mirar alto y caminar a metas más allá de lo normal y rutinario; para que lleguen, de alguna manera, al campo de la excelencia, tal como llegó la firma que fundó este “caballero de la auditoría” que, con un gesto absolutamente humanitario, decía que su despacho, más que una firma de grandes expertos, era una gran familia de profesionistas enamorados de su profesión.
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