Los aspectos clave que ayudarán a maximizar las oportunidades que se presenten son: analizar cuáles son las condiciones que hacen atractivo al país, conocer los cambios que deberían realizarse y proyectar cómo serían los resultados que se podrían obtener.
El nearshoring consiste en la transferencia (total o parcial) de los procesos productivos de una empresa hacia un país más cercano a su mercado objetivo; esto con el fin de reducir costos y evitar contratiempos logísticos.
Distintos sucesos afectaron la disponibilidad de bienes, los tiempos de entrega y, en general, la logística internacional; lo que obligó a las empresas a buscar proveedores alternativos y estar más cerca de su consumidor final.
Muchas de las empresas que han buscado reubicarse han visto a México como un mercado potencial, gracias a su cercanía con el mayor importador del mundo (EUA). Un estudio hecho por Deloitte encontró que, desde 2021, han llegado a México más de 115 empresas con inversiones que ya superan los 33,000 millones de dólares.
Principalmente, hay dos tipos de grupos que se están relocalizando en México: el primero está conformado por empresas estadounidenses que ya tenían operaciones en el país y ahora están expandiendo su capacidad; el segundo está integrado por organizaciones asiáticas que buscan producir en Norteamérica, esto para beneficiarse de los bajos costos de la mano de obra, así como para reducir riesgos de interrupciones en la cadena de suministro.
Consiste en lograr un crecimiento que satisfaga las necesidades del presente (sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras); esto implica seguir un modelo que pueda mantenerse constante en el tiempo, combatir las desigualdades de todo tipo, impulsar la protección ambiental y promover oportunidades económicas.
La llegada de empresas extranjeras a México, así como el surgimiento de nuevos proveedores que buscan satisfacer la demanda creciente, podría ser un importante propulsor del empleo. Hasta el momento (de 2021 a 2023), se han generado 2.2 millones de empleos formales en el país, de los cuales, 691,000 fueron creados en los estados fronterizos del norte; es decir, más de 40% de los nuevos empleos se han concentrado en dicha zona.
A pesar de este panorama positivo, las desigualdades en México son altas. El promedio de años de escolaridad dentro de la Población Económicamente Activa (PEA) es de 10.5 años, muy por debajo del promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que es de 18 años.
Asimismo, 60% de la población ocupada (58 millones de personas) no cuenta con acceso a las instituciones de salud. Esta situación está relacionada con el trabajo informal, pues en México alcanza más de 32 millones de personas (55% de la población ocupada).
Por otro lado, de acuerdo con el Coneval, cuatro de cada 10 personas en México no pueden costear su alimentación con su salario; es decir, su ingreso mensual es inferior al valor de la canasta alimentaria. Todos estos indicadores revelan que, en México, queda mucho por hacer para cerrar las brechas sociales.
Para potenciar el greenshoring es necesario crear centros tecnológicos o de investigación y desarrollar el capital humano.
En materia ambiental, las políticas mexicanas han avanzado lentamente. En los últimos 10 años, el gasto en protección ambiental del sector público ha sido equivalente a 0.73% del PIB (en promedio), pero este porcentaje ha venido a la baja, pues entre 2012 y 2015, el monto correspondía a 0.9%, mientras que, al cierre de 2022, fue de 0.68%. Esto podría representar un desincentivo para las empresas internacionales que buscan exportar hacia países con metas de sostenibilidad más ambiciosas.
Con la llegada de más empresas al país, las leyes y normativas que buscan regular la contaminación ambiental (en materia de agua, suelo, aire, desarrollo rural, residuos, etc.), serán cada vez más duras. Por lo tanto, México tendrá que hacer mayores esfuerzos para estar a la par de otros países con los cuales compite.
Además, México necesita dar cumplimiento al capítulo 24 del T-MEC, el cual se enfoca en la protección de los recursos naturales y el medio ambiente. De incumplir con dichas cláusulas, podría enfrentarse a procedimientos de solución de controversias y pagar multas millonarias.
Dentro de las empresas que están llegando a México, la mayor parte pertenece al sector automotriz (tanto fabricantes de automóviles como los de autopartes). Estas compañías han anunciado inversiones que superan los 12,000 millones de dólares (36% del total de las inversiones registradas por nearshoring); asimismo, muchas de éstas han anunciado proyectos para el cuidado del medio ambiente.
Esta tendencia indica que, cada vez, habrá una mayor búsqueda de materiales sostenibles en la industria automotriz que opera en México. Además, los consumidores y corporativos están más inmersos en los temas ambientales y buscarán que los productos que consuman cuenten con mejores estándares ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza).
Implementar estos cambios al interior de las empresas debe estar acompañado de incentivos y estrategias por parte del sector público; esto con el fin de lograr una sinergia entre ambos sectores. El Estado debe impulsar la generación de energías renovables, mejorar la eficiencia de los sistemas de transporte, dar estímulos fiscales a los proyectos sostenibles, implementar modelos de economía circular, promover estrategias para la descarbonización, entre otras cosas.
Gracias a la llegada de empresas extranjeras, así como al establecimiento de diferentes modelos operativos, el nearshoring no sólo representa la posibilidad de impulsar la economía, sino que podría convertirse en un propulsor de modelos sostenibles. Es decir, se pueden copiar modelos que ya se están implementando en otros lugares (sobre todo en las economías desarrolladas) para adaptarlos al mercado local.
México es el séptimo productor de autos a nivel mundial, pero ocupa el puesto número 11 en producción de autos eléctricos e híbridos, es decir, todavía existe una brecha que debería irse acortando. Con el fin de potenciar el greenshoring, será necesario crear centros tecnológicos o de investigación para desarrollar el capital humano y, con ello, los salarios y la productividad; mejorar la infraestructura; promover las energías verdes y la eficiencia energética; asimismo, la reutilización de recursos como el agua.
Acatar las regulaciones que existen en la materia, no sólo contribuirá al bienestar ambiental, sino que fortalecerá la competitividad y la imagen de las empresas en un mercado global (cada vez más consciente de la sostenibilidad). Con ello, el nearshoring podría convertirse, sin duda, en una oportunidad enorme para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible que demanda la Agenda 2030, así como para cumplir con otros compromisos internacionales. Además, esto representa una valiosa oportunidad para velar por la continuidad de los negocios y, sobre todo, por la preservación del planeta.
Bajo ciertas circunstancias, hay autoridades específicas que están facultadas para solicitar información confidencial amparada por el secreto bancario.
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