Dones antes del don: contribuciones del joven Roberto Casas Alatriste

Roberto Casas Alatriste, en un México revolucionario y caótico, vivió sus valores, principios y dones, imprimiéndolos en su quehacer profesional.

Dones antes del don: contribuciones del joven Roberto Casas Alatriste


N82945
Mtro. Pedro Casas Alatriste Loperena Director general y vicepresidente ejecutivo en American Chamber of Commerce of Mexico
Historia 03 de septiembre de 2024

Mucho se ha escrito y se conoce sobre don Roberto Casas Alatriste. Fundó uno de los grandes despachos de contadores en México; fue nombrado el primer “Contador Emérito de América” y condecorado con la Legión de Honor Mexicana. Fue el primer presidente del patronato de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el primer profesor emérito de la Facultad de Contaduría y Administración (FCA). Asimismo, fue el primer auditor del Banco de México (Banxico), miembro del Comité de Auditores del Fondo Monetario Internacional (FMI) y presidente del Club Rotario de la Ciudad de México, entre un largo etcétera.

No obstante, la historia del joven Roberto Casas Alatriste no suele aparecer en los titulares. Se trata de la historia inspiradora de un muchacho con firmes convicciones, con una serie de valores, principios y dones que sentarían las bases para que, años más tarde, su nombre se convirtiera en una institución.

Nació en 1892 en Tezuitlán, Puebla; bisnieto de Miguel Cástulo Alatriste, gobernador del estado y comandante militar, defensor del movimiento liberal durante la intervención francesa. Miguel Cástulo murió fusilado sin juicio a manos del movimiento conservador, siendo sus últimas palabras: “Tiren con valor, que muero por mi patria”. Roberto fue sobrino de los famosos hermanos Serdán Alatriste, piezas clave en el inicio de la Revolución mexicana.

Los valores y dones del joven Roberto estaban basados en la transparencia, la honestidad y el honor; valores y dones escasos y deseables hoy y hace un siglo.

A los 18 años, en 1910 (exactamente tres meses antes del estallido de la Revolución) recibió su título como contador de Comercio; a sus 25 años fue electo diputado federal por los municipios de Culiacán y Badiraguato. Al terminar su gestión, con un profundo sentido de transparencia y honestidad, presentó un reporte impreso de su actividad legislativa (primer congresista en hacer tal ejercicio en la historia de México).

En el texto introductorio a su informe, el diputado Casas Alatriste dijo lo siguiente: "Considero de mi deber rendir el presente informe a mis comitentes, ya que, habiéndome otorgado su representación, justo es que conozcan lo que haya hecho en virtud de ella [...]. Me mantendré siempre de parte de la justicia, del bien, del honor y de la dignidad de la nación sin ser un incondicional de nadie. Con lo que está dicho, no seré ni un adulador de los hombres del Poder ni un oposicionista sistemático".

Desde la tribuna, peleó por sentar instituciones democráticas y ciudadanas, buscando la creación de contrapesos y velando por los derechos de los trabajadores. Fue en contra de los militares oaxaqueños que buscaban imponer sus propios candidatos a diputados: “Si la Cámara quiere estar en su papel ecuánime, en su verdadero papel, arriba de todas esas mezquinas divisiones de política provinciana, debe cerciorarse, primeramente, si puede haber allí elecciones perfectamente libres, si no puede llegar allí a uno o a otros distritos la influencia militar”.

Defendió la correcta implementación de la Ley Federal del Trabajo (LFT), asegurando el beneficio esperado para todo tipo de trabajador: “Debemos procurar que la LFT sea una ley práctica, una que se cumpla de hecho y que no ponga trabas de tal naturaleza que impida su cumplimiento en prejuicio de la clase a quien se trata de favorecer”. Además, presentó varias iniciativas, entre ellas, el proyecto de ley de sociedades mutualistas y sindicatos, la cual buscaba crear la reglamentación y las condiciones adecuadas para darle personalidad jurídica a dichas entidades.

Asimismo, fungió como diputado federal por el Distrito Federal (hoy Ciudad de México) y por Puebla, donde fue parte de las comisiones de Crédito Público y Presupuesto. Al terminar su gestión, en su siguiente informe presentó un proyecto de ley para la rendición de la cuenta pública.

Entre los aportes de Roberto Casas Alatriste, fundó uno de los grandes despachos de contadores en México y fue nombrado el primer “Contador Emérito de América”.

A principios de los años 20, México perseguía la estabilidad política y económica (ambas estrechamente vinculadas); el país sumaba una deuda externa por más de 500 millones de dólares con bancos internacionales y el gobierno del presidente Obregón necesitaba renegociarla, así como acordar un proceso de pagos para contar con el reconocimiento de la comunidad internacional.

Los acreedores internacionales (bancos americanos y europeos) estructuraron el Comité Internacional de Banqueros con Intereses en México, presidido por Thomas W. Lamont, mano derecha de J.P. Morgan; por parte de México, el presidente Obregón y el secretario de Hacienda, Adolfo de la Huerta, formaron un grupo de jóvenes talentosos encargados de negociar la deuda mexicana en Nueva York. Como parte del equipo negociador mexicano, se encontraba el subagente financiero del Gobierno mexicano, Roberto Casas Alatriste.

De 1922 a 1923, Roberto trabajó en negociar el Tratado De la Huerta-Lamont; antecedente inmediato del Tratado de Bucareli y el Pani-Lamont. Todas estas negociaciones lograron, justamente, sentar las bases para la fundación del Banxico y una cierta estabilidad económica, política e institucional. En un telegrama de Thomas Lamont al secretario Adolfo de la Huerta (enviado al día siguiente terminadas las negociaciones) decía: “Al despedirme de Casas, que partió ayer para México para presentarle el informe final, no puedo dejar de decirle que he recibido una gran recompensa por éste, su representante, por su tacto, por su discreción y por su celo inquebrantable por su Gobierno y por usted”.

Al poco tiempo, Adolfo de la Huerta se reveló contra el gobierno de Obregón. Roberto, al ser cercano a éste, se retiró de la vida pública y prometió nunca volver a ejercer un cargo en este rubro. Esto dio paso, años después, a emprender y fundar su propio despacho; el resto es historia.

La historia de Roberto Casas Alatriste es sobre un joven con una serie valores, principios y dones que sentarían las bases para que, años más tarde, su nombre se convirtiera en una institución.

Conclusiones

El joven Roberto, subagente financiero en Nueva York y diputado federal, sentó aquí y allá las semillas para el fruto institucional de México; trabajó para el fortalecimiento democrático de la Cámara de Diputados tras pocos años de la entrada en vigor de la Constitución de 1917; negoció el pago de la deuda externa, abriendo camino para la fundación de nuestro banco central y el inicio de estructuras institucionales para la relación bilateral entre México y EUA (todo esto, antes de cumplir 30 años).

Los valores y dones del joven Roberto estaban basados en la transparencia, la honestidad y el honor; aptitudes escasas y deseables hoy como hace un siglo. A cualquier joven que esté leyendo esto, lo invitaría a reflexionar sobre cómo construir un mejor México. Roberto, en un México revolucionario y caótico, vivió sus valores y dones, imprimiéndolos en su quehacer profesional, lo que lo llevó a pasar a la historia como don Roberto Casas Alatriste, uno de los arquitectos de México. ¿Qué vamos a construir nosotros?icono final






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