Profesor investigador titular
en Universidad del Caribe
La entrada en vigor (el 1.º de julio de 2020) fue el detonante para que los países firmantes cerraran filas por reforzar algunos puntos estratégicos, tales como la integración regional y la sustitución de importaciones asiáticas. Debe considerarse que el T-MEC siempre estuvo presente en la dinámica nacional, a tal grado, que después del primer año de su operación, la Secretaría de Economía (SE) informaba que dicho acuerdo había conformado un mercado de 500 millones de personas, 28% del Producto Interno Bruto (PIB) y 15% del comercio a nivel mundial.
Como preludio de lo que sucederá tras las elecciones presidenciales en EUA, en caso de ganar la presidencia el candidato republicano Donald Trump, se tiene la experiencia de políticas comerciales proteccionistas a favor del retorno de la producción hacia ese país (que no debe confundirse con el nearshoring), así como incrementos en los aranceles; por ejemplo, los incrementos arancelarios a la fundición de hierro, acero y sus manufacturas.
Además, la presión sobre el T-MEC (ya sea con los demócratas o con Donald Trump) será reiterar la importancia de la integración regional, lo que ha venido evolucionando, por ejemplo, para la industria automotriz que, durante el T-LCAN, consideraba un contenido de 62.5%, pero ya en tiempos del T-MEC, este porcentaje se incrementó a 75 por ciento.
En este tema, cualquier persona que sea electa para la presidencia norteamericana, es seguro que intensificará las inspecciones de la contratación laboral para la industria automotriz (sobre todo, en México) con énfasis en tabuladores salariales, mismos que Donald Trump siempre ha considerado como una actividad ventajosa a favor de nuestro país. En este sentido, el T-MEC prevé que, en la industria automotriz, al menos 40 o 45% de los trabajadores deben ganar 16 dólares por hora.
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Nearshoring: ya está en marcha e, incluso, en la agenda del próximo secretario de Economía. Esto puede ofrecer la oportunidad para relocalizar la producción asiática en territorio nacional, aprovechando las condiciones de competitividad en la fuerza de trabajo. De plantearse bien las políticas nacionales para el fomento del nearshoring, es posible hacer un “clic” con la próxima administración norteamericana, aunque, seguramente, estarán acompañadas de presiones políticas relacionadas con la migración o la seguridad nacional. |
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Semiconductores o chips: esta oportunidad requerirá de convencer, mediante políticas claras, la conveniencia para la producción de semiconductores o chips, los cuales forman parte de diversos artículos de uso diario, tales como automóviles, teléfonos inteligentes, equipos de cómputo y electrodomésticos, entre otros. Tal situación debe brindar certidumbre a los inversionistas. |
La próxima gestión presidencial de México debe ser cuidadosa y analítica. Seguramente, ya se encuentran analizando estrategias de negociación con quien resulte electo en EUA respecto a la inversión y consolidación regional. Además, se debe priorizar que la siguiente revisión al T-MEC está prevista para 2026, así como la próxima Cumbre de Líderes de América del Norte, donde se abordarán temas ambientales, migratorios y de seguridad.
Se tiene el gran reto de combatir los principales flagelos de México. La delincuencia ha ocasionado incertidumbre para la exportación, ejemplo de esto fue la suspensión temporal de la exportación de aguacates hacia EUA en meses recientes. El otro gran reto será el tema migratorio, el cual parece implacable; ya sea que gane el candidato demócrata o Donald Trump, el horizonte que se avecina es una mayor restricción en las fronteras estadounidenses, ocasionando la creciente estancia o permanencia de migrantes en México; esto requerirá, además de presupuesto, estrategias para retener o retornar, de una manera digna, a las personas hacia sus países de origen.
El compliance aduanero es altamente recomendable, pues las organizaciones deben implementar medidas continuas para identificar y mitigar riesgos en las operaciones de comercio exterior.
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