El presente artículo tiene el objetivo de analizar algunos de los puntos más relevantes de los resultados, enfatizando las actitudes financieras y la importancia de la educación al respecto.
La ENIF 2024 comparte que “la medición de la inclusión y la educación financiera proporciona información fundamental para evaluar el estado del acceso y uso de servicios financieros, así como el nivel de conocimiento de la población”. Adicionalmente, brinda información para evaluar el conocimiento en dicha área de la población mexicana y marca la pauta de la Política Nacional de Inclusión Financiera (PNIF) y de la Estrategia Nacional de Educación Financiera (ENEF).
La educación financiera es un proceso formativo y de asesoramiento indispensable para que todas las personas comprendan los beneficios, los costos y los riesgos de los servicios y productos financieros, lo cual impactará en su calidad de vida y bienestar económico.
La educación financiera impacta directamente en la capacidad de gestionar las finanzas personales. El eje conductor se puede visualizar como una cadena que inicia desde la comprensión de la situación financiera, la elaboración de un presupuesto, la creación de un fondo de emergencia, la gestión adecuada de las deudas, inversión, planeación a largo plazo, entre otros.
La ENIF ha revelado que 76.5% de la población a nivel nacional ya cuenta, por lo menos, con un producto financiero formal como cuentas de ahorro, fondos para el retiro, créditos o seguros. Este resultado muestra un avance significativo, ya que se presentó un crecimiento de 8.1% de 2015 a 2024. Dicho avance sugiere un mayor alcance de los servicios bancarios; sin embargo, esto no es garantía de que el uso de estos productos financieros sea adecuado y responsable.
De igual forma, es importante recalcar que se presenta una brecha de género, donde 80.9% de los hombres manejan productos financieros, comparado con 72.8% de las mujeres. Esto se manifiesta de una forma más marcada en la Ciudad de México, donde la diferencia llega a ser hasta de 11.3 por ciento. Entre 2015 y 2024, la población que cuenta con al menos una cuenta de ahorro formal aumentó de 44.1 a 63%.
No obstante, también se observa que sólo 8.2% de la población ahorró exclusivamente de una manera formal; en contraste, 36.6% de la población ahorró exclusivamente en una modalidad informal. A continuación, se muestra una gráfica con las estadísticas que se encontraron sobre el ahorro en México:
2021 y 2024
(distribución porcentual)
Nota: corresponde a la población entre 18 y 70 años.
Fuente: Inegi, ENIF 2021 y 2024.
Es de destacar que 33.6% de la población no presentó ningún tipo de ahorro. Esta situación enfatiza la necesidad de comprender los beneficios del ahorro formal; por ejemplo, seguridad, alcanzar las metas financieras, crear un futuro más seguro, obtener rendimientos, acceso a otros servicios financieros, posibilidad de inversión, entre otros.
Se observa que va en aumento el acceso al crédito formal; no obstante, sigue en niveles bajos con 37.3% de la población. Los productos más populares son las tarjetas de crédito departamentales con 22.6% y las bancarias con 15.7%; sin embargo, 38.4% de la población también comenta que “no le gusta endeudarse”. Respecto de los seguros, 22.9% de la población cuenta con este tipo de protección, lo cual sugiere una falta de cultura en este tema fundamental de bienestar y prevención.
Otro punto que llama la atención son los fondos para el retiro. En 2024, 42.2% de la población contaba con una cuenta de este tipo y la proporción se ha mantenido en los distintos periodos de levantamiento de la ENIF, es decir, no ha aumentado. En lo que se refiere a las actitudes financieras, se destacan los siguientes aspectos:
La ENIF 2024 del Inegi muestra que se han obtenido avances financieros importantes, pero aún hay trabajo por hacer para disminuir los factores que limitan el potencial económico de la población. El objetivo es lograr que se conjunte el acceso a productos financieros y el entendimiento de su uso, lo que se traduciría en un manejo más eficiente de los recursos en los hogares mexicanos.
La educación y la asesoría financiera son esenciales para mejorar la calidad de vida de las personas. Algunos de los beneficios que pueden obtener son una mejor toma de decisiones, mayor entendimiento de las capacidades de endeudamiento responsable, manejo adecuado de las deducciones fiscales a las que se tiene derecho, fomento del ahorro y la inversión, mejor aprovechamiento de las tecnologías y plataformas financieras, así como la mitigación de riesgos en su uso. Por todo esto, es fundamental apoyar y fortalecer a las personas para seguir creciendo y avanzando hacia un futuro con mayores oportunidades económicas.
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