Actualidades de la praxis del código de ética y revisiones de calidad

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olaboradores, empleados y líderes a lo largo de su desempeño profesional han sido exhortados (con herramientas institucionales) a actuar bajo las convicciones que representan a una empresa, agrupación, entidad, sociedad e, incluso, a favor de una sola persona.

Para todos aquellos que ejercen la profesión de manera independiente, un código de ética suele ser el marco que, como mínimo, funge como un manual detallado de principios y valores que garantiza el debido desempeño laboral.

Diversas organizaciones hacen uso de “embajadores de ética” y se aplican simulacros de diversos tipos para que los colaboradores experimenten “en campo”.

Alcance y antecedentes

Todo evoluciona y los códigos de ética no son la excepción; uno de ellos es el emitido por el Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP) que data de 1925, siendo un reglamento que, en un inicio contenía sólo 22 artículos y actualmente más de 400.

Este código expone diversas obligaciones y ejemplifica situaciones que abordan el comportamiento ético del contador en los distintos campos de acción: sector público y privado, profesionales independientes realizando trabajos de auditoría o de atestiguamiento; así como la docencia misma; no menos importante, delineando las sanciones correspondientes y temas técnicos como la adopción de normas internacionales de contabilidad y auditoría.

Viviendo el código de manera integral

Los principios fundamentales que rigen al Código de Ética Profesional (CEP) del IMCP son:

Estos principios son, sin lugar a duda, esenciales e irremplazables en el debido actuar ético del contador público; a la vez, este código no es excluyente de otros creados en el gobierno y en las propias empresas. Con la finalidad de contar con las bases en el comportamiento de los colaboradores dentro y fuera de las organizaciones, un diseño a la medida del giro no es un lujo, sino es ya una necesidad y pilar de la cultura corporativa.

Actualmente los encargados de gobierno corporativo no sólo aplican códigos de ética en solitario, sino que los enriquecen con reglamentos o políticas internas asociadas y ad hoc con el giro del negocio; inclusive, con temas de actualidad como la seguridad informática (dada la necesidad de regular el uso de redes sociales en favor de la salvaguarda de información), así como temas sociales de importancia como la diversidad e inclusión, derechos humanos, acoso sexual y mobbing laboral.

El reto es garantizar que este marco conceptual sea puesto en práctica por líderes y colaboradores.

Limitantes de un código

Mediante ninguna herramienta se está exento de la exposición a amenazas (a través de ningún código de ética o política alguna se logra esto); por ello, la importancia de conocer y entender los riesgos a los que se exponen cotidianamente los colaboradores y socios del negocio; sólo así es posible robustecer el ambiente con políticas concretas, así como también es fundamental que se actualicen en forma permanente.

Ahora bien, lo más relevante es que se establezcan canales de comunicación adecuados para asegurar el acceso al código de ética (y sus herramientas periféricas) para todos los miembros de la entidad (desde los directivos hasta los colaboradores operativos).

Se debe definir que los encargados de seguimientos a incidentes cuenten con total independencia, imparcialidad y sean personas calificadas para llevar al mejor término los posibles reportes a enfrentar. Lo anterior es en beneficio de toda la organización y de cada individuo que la conforma; por ello, diversas organizaciones en la actualidad hacen uso de “embajadores de ética” y se aplican simulacros de diversos tipos para que los colaboradores experimenten “en campo”.

Es de suma importancia robustecer los procesos integrales de supervisión y revisiones de calidad con procedimientos que aseguren y blinden al máximo nivel.

Amplio alcance

El juicio profesional y la independencia en la práctica son abordados de manera ineludible en los códigos, no sólo son aplicables al contador, sino a todos los profesionales que conforman el back office de la organización; ambos conceptos tienen sus ingredientes particulares (como el escepticismo profesional). Aquí es donde converge (de manera natural) con las Normas de Control de Calidad (NCC).

Un código de ética es el marco de referencia por excelencia en el actuar de los profesionales dentro de las organizaciones, incluyente a cualquier profesión que forma parte del back office y colaboradores operativos; guía en la detección de amenazas y sirve como garantía del debido cumplimiento en beneficio de la sociedad.

El código de ética expone obligaciones y ejemplifica situaciones del comportamiento ético del contador en los distintos campos de acción: sector público y privado, profesionales independientes y docencia.

Asimismo, las NCC auxilian al código dotando de controles necesarios para que el profesional contable (que asesora y colabora en las compañías) se desempeñe con la necesaria y debida independencia; sin embargo, es importante reiterar que esto no es excluyente de ningún gremio, sino todo lo contrario, es adaptable a cualquier sector de negocios, contribuyendo al desarrollo de principios y controles particulares para el desempeño diario en respuesta a la necesidad de toda persona u organización que se beneficie de servicios profesionales.

Controversia ante los controles de calidad

Diversos analistas (e individuos afectados negativamente) son detractores respecto a que la práctica de auditoría externa sea un servicio pagado por el cliente que contrata, pues, pese que se cuenta con diversas leyes y un amplio marco normativo que atender, conservar la independencia (evitando los conflictos de intereses potenciales) es sumamente delicado y complejo.

Todo evoluciona y los códigos de ética no son la excepción; uno de ellos es el emitido por el IMCP que, en un inicio contenía 22 artículos y actualmente más de 400.

Algunos colegas de la profesión han protagonizado grandes escándalos corporativos, ocasionando la contracción del número de firmas globales de auditoría; por ello, ante la falta de independencia financiera, la profesión ha buscado robustecer constantemente los mecanismos de control de calidad, desde la rotación de los auditores externos (con frecuencias ya definidas) hasta acciones actuales de prácticas especializadas (asesores) que se están independizando en diferentes razones sociales a las que emplean a los auditores financieros de sus clientes; por supuesto, y no menos importante, el ejercicio de los revisores independientes de las firmas globales y medianas.

Lo anterior se da para dotarse de la referida independencia de fondo y no sólo de forma; todo es posible, simplemente es colocar los debidos candados y atender cada elemento normativo que fortalezca los controles de calidad.

Para todos los que ejercen la profesión de manera independiente, un código de ética funge como un manual detallado de principios y valores que garantiza el debido desempeño laboral.

Conclusiones

La teoría y herramientas corporativas actuales son excepcionales, tanto los códigos y políticas que lo rodean; sin embargo, el gran reto es garantizar que este marco conceptual sea puesto en práctica por líderes y colaboradores; la selección de embajadores éticos es una herramienta práctica como ejemplo.

Es importante enfatizar respecto a los estándares de calidad y lo complejo que es el manejo de las constantes actualizaciones; es muy claro que todo debe evolucionar, pero las modificaciones excesivas, más que de fondo, complican la actualización permanentemente, arriesgando a desviar la atención en el tratamiento debido de cada operación. Es de suma relevancia robustecer procesos integrales de supervisión y revisiones de calidad con procedimientos que aseguren y blinden al máximo nivel.