nte el panorama híbrido que conjuga lo presencial con lo digital y que ya se está presenciando, se han presentado retos que es necesario abordar de forma consciente a medida que pasa el tiempo y aumentan las exigencias del entorno laboral.
En particular, hay una dimensión del entorno organizacional que se encuentra ligada de forma íntima a la capacidad de las empresas e instituciones para generar niveles de colaboración: la comunicación interpersonal.
Los desafíos en este aspecto incrementaron, ya que en la modalidad presencial del trabajo era común sentarse con las demás personas para dialogar, analizar, discutir y establecer acuerdos. No obstante, ahora las tecnologías de información y comunicación se hallan posicionadas como una de las mediaciones de mayor impacto y, si bien es cierto que ya existía una estrecha relación con ellas desde antes de la pandemia, la aceleración digital trajo consigo cambios muy relevantes en el establecimiento y la continuidad de las relaciones humanas.
La comunicación interpersonal promueve que las personas se conozcan, establezcan una esfera de empatía, conversen e intercambien contenidos portadores de significado y creatividad; asimismo, facilita los procesos de análisis y reflexión, creando así las condiciones para que haya una mayor comprensión de la realidad inmediata.
Por lo anterior, se vuelve necesario que cada empresa pueda estudiar y calibrar la magnitud del impacto que ha tenido la aceleración digital con respecto a las relaciones humanas; es decir, en qué medida se vieron trastocadas la colaboración, la productividad y la rentabilidad.
A menudo, se asocia a una empresa con su imagen de marca, sus instalaciones y, desde luego, las personas y los equipos de trabajo que la integran. Al tratarse de un concepto con cierto nivel de abstracción, es muy poco probable que se piense en que existe todo un tejido social que brinda soporte a esas tres visualizaciones y a muchas otras.
Se trata, en realidad, de la red de vínculos, conexiones y puntos de interacción que forman los seres humanos, así como de las funciones que desempeñan y las áreas a las que pertenecen. Todo en conjunto crea ese tejido que se expande o contrae según sea necesario.
Durante la pandemia, el espacio entre las personas se hizo más grande, a tal grado que cada uno podía llevar a cabo sus actividades en su propio hogar sin que por ello colapsaran el equipo o la empresa. Es decir, el tejido social de la organización era lo bastante sólido y se hallaba bien conectado con tecnologías que lo hacían posible.
No obstante, al extenderse la red, se presentaron otros fenómenos que vale la pena observar, siendo el primero que dejó de darse cierto tipo de convivencia cuyo escenario suelen ser los espacios públicos y abiertos del centro de trabajo como lo son la recepción, el área de copiado, el cajero automático, la cafetería o el comedor, que son donde tiene cabida la llamada “comunicación informal”; ahí se produce ese otro nivel de inducción y de conocimiento de la empresa que fortalece hasta cierto punto las relaciones humanas y que va más allá de los manuales corporativos.
Otro fenómeno que se produjo fue que surgieron nuevas necesidades de comunicación para fortalecer aspectos como la certidumbre con respecto a la fuente de trabajo y los líderes de equipo, la confirmación de que se comprenden con claridad las instrucciones y la retroalimentación en torno a la calidad de los resultados obtenidos.
Todos esos procesos de interacción humana en el contexto empresarial se vieron trastocados, se quisiera o no. Sobre todo, el concerniente a la relación entre líderes y colaboradores, dado que la correcta asimilación de las indicaciones y el debido seguimiento son cruciales para que las personas refuercen tanto su percepción de quienes conducen los proyectos como la que poseen sobre sí mismos.
ConclusionesHasta el momento, la aceleración digital ha demostrado que sólo puede ayudar a mediar la comunicación humana y facilitarla a distancia. Sin embargo, no es en lo absoluto capaz de sustituir la calidez, la empatía o la confianza que emergen durante la conversación uno a uno.
Previo a la pandemia ya se había observado un cambio en los hábitos de comunicación de las organizaciones y la adopción de prácticas que, lejos de propiciar la colaboración, podrían desajustarla, como lo es el uso excesivo del correo electrónico o del WhatsApp por encima de la interacción presencial.
En estos tiempos, cuando la sociedad y los centros de trabajo se han vuelto más digitales que nunca, es necesario fortalecer el contacto humano y la conversación cara a cara, pues se sabe que quizás habrá que hacer constantes ajustes por una larga temporada.
Lo más relevante, y que se ha convertido en uno de los exhortos clave por parte de la Asociación Mexicana en Dirección de Recursos Humanos hacia la comunidad empresarial del país, es el hecho de colocar a las personas en el centro de las decisiones más importantes del negocio, puesto que en medio de este panorama híbrido se requiere de mayor cercanía para seguir generando valor organizacional.
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