ras la crisis sanitaria y económica provocada por la pandemia y agravada recientemente por la guerra entre Rusia y Ucrania, las cadenas de suministro vuelven a ponerse a prueba, en una situación de graves dificultades operativas y financieras, lo que exige cambios profundos en su gestión.
Bajo este contexto, se espera que las empresas automotrices consideren la posibilidad de abastecerse más de forma local, aunque ello requiera un aumento en los precios; sin embargo, hasta que se produzcan las inversiones en las regiones locales, las empresas deben someter sus cadenas de suministro a pruebas de estrés, así como aplicar estrategias que las hagan más resistentes a los riesgos en sectores clave como el de transporte; que se logre una mayor eficiencia en su cadena de suministro y, en última instancia, les ayuden a sortear los múltiples retos que plantea el incierto entorno actual; todo esto con el respaldo de estructuras de financiamiento sólidas.
En este sentido, los modelos colaborativos Lean Supply Chain (LSC) y Supply Chain Finance (SCF) han destacado por maximizar la eficiencia en la gestión operativa y financiera de la cadena de suministro automotriz (respectivamente):
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La gestión de la cadena de suministro o Supply Chain Management (SCM) tiene un impacto significativo en los resultados económicos de las empresas que participan en la cadena de valor de una industria. El análisis de la cadena de suministro automotriz ha sido ampliamente tratado, haciendo hincapié en el reparto y la coordinación de las actividades de producción, así como la gestión de los flujos de suministro entre compradores y proveedores en los distintos niveles de la cadena.
La desintegración vertical en el sector significa que hay diferentes empresas que participan en la producción del producto final (vehículo), configurando una cadena de valor formada por fabricantes de automóviles y numerosos proveedores de componentes situados en distintos niveles de la cadena de suministro.
Uno de los modelos más utilizados para caracterizar la SCM en la industria automotriz es el LSC, que consiste en un tipo de suministro basado en relaciones de colaboración, mismo que incluye un conjunto de prácticas logísticas y complementarias que permiten una forma de gestionar la cadena de suministro en ese entorno.
Prácticas de gestión en la cadena de suministro |
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Colaboración entre comprador y proveedor basada en la confianza y en un compromiso a largo plazo. Implica compartir información, riesgos y beneficios mutuos. | ||
Prácticas logísticas |
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Prácticas de intercambio |
Prácticas de participación |
Prácticas de calidad |
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El primer conjunto de esas prácticas está directamente relacionado con el proceso operativo de suministro de componentes, mientras que, el segundo conjunto sirve de apoyo a las primeras prácticas y afecta a los mecanismos del intercambio, la participación de los proveedores y las prácticas de calidad.
Entre las características del modo de gestión que sustenta el LSC en la industria del automóvil, la colaboración es la que más atención ha atraído. Así, la SCM en la industria automotriz sigue un modelo de relación comprador-proveedor, basado en la confianza y en un compromiso de colaboración a largo plazo que implica que ambas partes compartan información, riesgos y beneficios.
En el sector automotriz, estas prácticas se enmarcan en una cadena de suministro dominada por grandes empresas multinacionales que asumen los primeros niveles y que mantienen el control de las actividades que añaden valor al producto. En este contexto, aunque las empresas más pequeñas han conseguido integrarse a la cadena de suministro, no están situadas en los primeros niveles, tienen poca capacidad de decisión y mantienen pocas relaciones de colaboración dentro de la cadena de valor del sector.
Con respecto al financiamiento de la cadena de suministro de esta industria, el capital de trabajo se gestiona de forma ineficiente, lo que provoca que los proveedores tengan limitaciones de capital, derivadas, sobre todo, de los retrasos en los pagos.
El principal motivo de esta ineficacia es la estructura de poder asimétrica en la cadena de suministro en la industria automotriz. Las empresas que controlan la cadena suelen imponer largos plazos de pago a sus proveedores, que, a su vez, hacen lo mismo con los suyos. Esto significa que se produce un desplazamiento del esfuerzo financiero hacia las empresas situadas en los niveles más bajos de la cadena de suministro.
La transferencia de los costos financieros a las empresas situadas en los niveles inferiores de la cadena de suministro implica un mayor riesgo para esta, ya que, estas generalmente son Pequeñas y Medianas Empresas (Pyme), las cuales tienen un acceso restringido a las fuentes de financiamiento y se enfrentan a mayores costos de financiamiento.
Este tipo de proveedores pueden incluir el costo financiero de la ampliación de los plazos de pago en el precio de sus productos o verse obligados a reducir los niveles de servicio o la calidad de dichos productos, a retrasar los pedidos o a reducir las existencias operativas. Esto, a su vez, puede tener efectos en cadena para el comprador, que puede sufrir retrasos o incluso interrupciones en las entregas o en los procesos de fabricación; asimismo, a largo plazo, convertirse en un claro riesgo para la continuidad de la actividad productiva.
Por si fuera poco, la crisis provocada por la pandemia y el conflicto entre Rusia y Ucrania han puesto aún más al descubierto varios puntos débiles y riesgos en las cadenas de suministro, por lo que, las soluciones de financiamiento colaborativas para mejorar la eficiencia y mitigar los riesgos de suministro han cobrado cada vez más relevancia, entre las cuales se encuentra el SCF y sus derivados como el factoraje a proveedores.
Aunque la industria del automóvil presenta características idóneas para el uso del factoraje, por ejemplo, con la presencia de multinacionales calificadas como “altamente solventes”, con gran capacidad de compra y una amplia base de proveedores, el proceso de adopción está condicionado por ciertas características específicas de la industria automotriz, como son los múltiples niveles de abastecimiento que integran su cadena de suministro (con grandes diferencias de tamaño, capacidad financiera y solvencia entre compradores y proveedores) y la existencia de relaciones asimétricas de poder entre éstos.
En este contexto, el factoraje a proveedores se ha concentrado en los compradores multinacionales de primer nivel que dominan la cadena de suministro. La aplicación es escasa en los niveles intermedios de la cadena, que son precisamente aquellos en los que se sitúan los compradores cuya base de proveedores está formada por Pyme nacionales. Estas empresas suelen tener dificultades para acceder a financiamiento asequible, por lo que, es aconsejable explorar las oportunidades de financiamiento a través del factoraje a lo largo de la cadena para que el apoyo pudiera llegar a todos los niveles.
En este sentido, los determinantes operativos del factoraje son clave para su adopción en la cadena de suministro automotriz. Su adopción en México depende de:
Asimismo, existen ciertos objetivos de colaboración en la adopción del factoraje a proveedores en las cadenas de este sector, como la búsqueda de un objetivo común y compartido de estabilidad financiera para toda la cadena de suministro, dichos objetivos son clave para el éxito de esta estrategia de financiamiento.
Este hecho de colaboración refuerza los beneficios que reciben las partes involucradas al permitir la ampliación de plazos de pago para los compradores, facilitar el acceso a liquidez inmediata a los proveedores y mitigar el riesgo de incumplimiento de pago a los bancos.
El debate sobre la interrupción de las cadenas de suministro ha cobrado relevancia en los últimos años, derivado tanto de la pandemia como del conflicto en Rusia y Ucrania. En este contexto, modelos colaborativos como el LSC y el SCF juegan un papel relevante en la gestión de la cadena de suministro automotriz y su financiamiento en todos los eslabones que la integran, así como en todas las etapas del ciclo del proceso productivo.
Estas prácticas de financiamiento comprenden la búsqueda de estabilidad financiera de las cadenas de suministro; un equilibrio razonable entre las condiciones de pago y las tasas de interés; la colaboración para proporcionar cobertura a los niveles inferiores de la cadena; el diseño de programas de financiamiento a largo plazo con vínculos más fuertes entre el comprador y los proveedores; y la transparencia, así como el intercambio de información financiera entre los participantes de dichas cadenas.
La presencia de grandes compradores altamente solventes y una amplia base de proveedores en la industria automotriz convierten al SCF y al factoraje a proveedores en soluciones de financiamiento adecuadas para su cadena de suministro.
Por lo anterior, todos los intermediarios financieros, las empresas del sector y las administraciones públicas deben fomentar programas de factoraje, cuyo objetivo sea la estabilidad financiera a largo plazo de las cadenas de suministro, tanto en su diseño como en las políticas públicas. Especialmente, debe fomentar la cobertura financiera a los niveles inferiores de la cadena de suministro y garantizar transparencia y confianza a la hora de operar con ellos.
La integración de las prácticas de financiamiento colaborativo del SCF junto con las prácticas logísticas del LSC deben converger hacia un modelo colaborativo integral de SCM que permita maximizar la eficiencia y resiliencia de las cadenas de suministro automotriz en el complejo entorno que enfrentan en la actualidad.
Se deben realizar las revelaciones suficientes y necesarias para que los usuarios de la información financiera tengan la oportunidad de conocer los cambios contables y la corrección de errores.
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