l salir de la oficina, en busca de una bebida caliente se entra a una cafetería abarrotada por nómadas digitales trabajando con sus laptops; hay mucho ruido (en sentido real y metafórico): la música en los altavoces, la gente en videollamadas o conversando con sus colegas de la mesa y los baristas cantando los pedidos de los clientes. Entre celulares, tabletas, laptops y smartwatches, suman más de cincuenta pantallas; se piensa que así no eran las cafeterías hace quince o veinte años y, seguramente, tampoco lo serán dentro de algunas décadas.
Esta imagen mental no sólo refleja la realidad de una cafetería en la actualidad, sino prácticamente cualquier escenario real (la agitación, el ruido, la abundancia de información, la prisa, la ilusión de ser personas multitareas, las pantallas notificando una y otra vez, así como la indisponibilidad de tiempo para verificar la autenticidad de la información). Más allá del café, se puede encontrar este fenómeno en el centro comercial, en el lugar de trabajo, e incluso, en el hogar.
Las grandes preguntas que emergen en medio de tal exceso son: ¿cómo distinguir lo que es relevante?, ¿cómo conseguir que las personas puedan concentrar su pensamiento y energía en ejecutar los proyectos de transformación que importan, sin que se distraigan a cada minuto por los miles de estímulos (tuits, memes, anuncios, debates, imágenes y otras unidades de información) que tienen a la mente en un permanente estado de saturación?
Es inviable una solución que postule la reducción de información, orgánicamente sería imposible. Lo que parece ser una mejor alternativa es unir el liderazgo con la comunicación disruptiva; en otras palabras, intentar vincular el rol de claridad y sentido de futuro (que es inherente a los líderes) con las estrategias de comunicación de alto impacto capaces de hacer que las multitudes desvíen la mirada más allá de las pantallas.
Disrupción es una palabra que para la Real Academia de la Lengua significa: “Rotura o interrupción brusca”. Fue introducida en 1997 en el circuito de las empresas y organizaciones por el académico Clayton Christensen de la Escuela de negocios de Harvard, a través de un libro (disruptivo en sí mismo) llamado El dilema del innovador. Desde entonces, no han faltado los amplificadores de este adjetivo, agregándolo a cuanto sustantivo se pueda aplicar (liderazgo disruptivo, empresa disruptiva, gobierno disruptivo, etc.).
En el campo de las relaciones humanas, han surgido mentes que buscan dar cuerpo a lo que en la actualidad se conoce como “comunicación disruptiva”. Se trata de un proceso para compartir ideas entre dos o más personas de una forma inesperada y que rompe con el statu quo.
Si las multitudes están saturadas tratando de sobrevivir al ensordecedor ruido de redes sociales y urgencias comunicativas, difícilmente van a tener la disponibilidad para hacer un alto en su camino y preguntarse: ¿qué elementos del statu quo deben ser rotos para proyectarlos a un nuevo y mejor lugar? Esta es, sin duda, misión de líderes (no de jefes); y para destacar esas iniciativas de transformación, la comunicación disruptiva puede ser la estrategia que con mayor confianza pueden utilizar.
Nadie en la actualidad piensa que se puede apelar a un esfuerzo por el cambio usando amables conversaciones, textos en letra Arial 12 o publicaciones en el lienzo de corcho del periódico mural. Se necesita amplificar (de forma radical) la vitalidad del mensaje, al grado de conseguir que los demás salgan de su asfixia de información (cotidiana e irrelevante) y sientan compromiso por actuar en un sentido diferente.
Entre las principales características de la comunicación disruptiva se encuentran las siguientes:
Incita emociones poderosas (agradables y desagradables) | |
Cuestiona el confort y motiva la búsqueda de un estado de descontento constructivo | |
Muestra aspectos críticos de una situación, sin filtros ni eufemismos | |
Plantea rutas distintas a las convencionales | |
Mantiene vivo el significado del mensaje en la memoria durante mucho tiempo |
Los siguientes ejemplos muestran con mayor claridad lo que es la comunicación disruptiva:
En 2020 se ejecutó un taller de cambio ante las amenazas del calentamiento global en la comunidad costera de Kristiansund, Noruega. El evento Nature in your face (la naturaleza en tu cara) incluyó actividades como la visualización de imágenes (montajes fotográficos) y videos de sus costas llenas de plástico y basura; otra de las visualizaciones consistió en un video en el que una tortuga está a punto de engullir una bolsa de plástico; como tercer recurso, hubo piezas narrativas donde en el planeta se suspende súbitamente la producción de plástico y esto genera enormes problemas en la industria, el comercio y el consumo.
A partir de las tres intervenciones de comunicación disruptiva, los participantes grabaron poderosamente en sus mentes las emociones y argumentos de inconformidad con el statu quo; mostraron un fuerte impulso a hacer cambios personales inmediatamente, así como un gran deseo por divulgar el tema entre sus círculos sociales. Si en lugar de estas piezas disruptivas se hubiesen utilizado recursos convencionales de comunicación, probablemente los participantes hubieran asentido con la cabeza, para luego olvidar el tema al día siguiente.
Otro ejemplo se da durante un evento de TED Talks en 2009. Bill Gates (fundador de Microsoft y filántropo) se presentó ante su audiencia para pedir un compromiso de acción frente a la malaria (enfermedad que produce cientos de miles de muertes anualmente, especialmente en África). En cierto punto, Gates dijo que no existen razones para limitar la experiencia de la malaria sólo a personas de las naciones pobres, por lo que, en ese mismo acto, descubrió una caja transparente con miles de mosquitos y los liberó en el recinto ante una audiencia estupefacta.
El mismo Gates reveló que esos mosquitos no eran infecciosos, pero el impacto emocional de saber cuán cerca está el ser humano de esta amenaza ya había sido conseguido. Bill Gates donó un cuantioso monto de su riqueza al proyecto de combate a la malaria y consiguió que varios miles de donantes también lo hicieran; adicionalmente obtuvo el trabajo activo de un gran número de voluntarios que se comprometieron en este proyecto.
Existen más ejemplos de lo que la comunicación disruptiva es capaz de lograr, pero lo interesante es saber que los líderes, cuando detectan que es necesario comenzar una transformación, no consiguen un impacto significativo en medio del abrumador ruido de la actualidad, a menos que cambien sus estrategias de comunicación; una de las posibilidades con mejores perspectivas de éxito es la comunicación disruptiva, pues más que un recurso en particular, es una estrategia capaz de combinar libremente varias técnicas y herramientas:
Los pasos aconsejables para crear un acto o evento de comunicación disruptiva son:
1 |
Identificar un desafío por el que valga la pena apelar a la atención de los demás |
2 |
Tener claridad acerca de la visión a futuro (asumiendo que la transformación será exitosa) |
3 |
Describir el statu quo que impide el cambio |
4 |
Identificar las emociones (tanto de confort como de incomodidad) que son capaces de movilizar la voluntad de las personas y comprometerlas con esa transformación |
5 |
Diseñar los mensajes, su orden, los recursos y las técnicas que son idóneas para producir el impacto emocional |
6 |
Ejecutar el acto o evento de comunicación |
7 |
Finalizar con un llamado a la acción concreta y un compromiso de seguimiento hasta conseguir el éxito en el cambio |
Estos pasos pueden lucir fáciles a simple vista, sin embargo, no lo son; además de romper con las tradiciones comunicativas que se han heredado de las respectivas generaciones, se requiere poner en juego una influencia transformadora, que es algo muy diferente a la gestión de la cotidianidad basada, por ejemplo, en la observación de los indicadores de desempeño; demanda ser muy creativo y conocedor de cómo las emociones se producen no sólo en uno mismo, sino también en los demás.
Una recomendación para ganar destreza en el uso de estrategias de comunicación disruptiva consiste en crear pequeños actos o eventos de baja complejidad (jugar con escenarios como: ¿qué sería lo mejor que pasaría si…? o ¿qué es lo peor que podría pasar si…?) en las reuniones que se tiene con las personas que forman los equipos de trabajo. En estos casos se puede experimentar cómo se puede crear impacto, inconformidad con el estado actual de las cosas y conseguir un compromiso legítimo y profundo por movilizarse en una dirección diferente.
Jugar con la imaginación, ser directo y demoledor frente el statu quo, activar las emociones y encender la voluntad del cambio son habilidades que resultan cruciales en el liderazgo del cambio en los siguientes años; más cuando se sabe que como humanidad y organizaciones se esperan grandes desafíos de los cuales depende el futuro: cambio climático, transición exponencial, búsqueda de talento en una era de alta movilidad laboral, obsolescencia de profesiones y oficios ante las nuevas tecnologías que están remplazando trabajadores, entre muchos otros.
Fortalecer estas habilidades de comunicación disruptiva es una de las vías de éxito para conseguir que las personas que están alrededor apaguen sus redes sociales, descubran emociones con propósito y se pongan en marcha para buscar el siguiente lugar donde vale la pena vivir y crear, ¿acaso no es esta una de las principales misiones que tienen las personas líderes?
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