La empresa tenía más de 20 años de operar en el mercado. Se trataba de una pionera y líder en la industria tecnológica de pagos, inminente líder mundial por su nacionalidad alemana, que es quizá el centro financiero más importante de la Unión Europea (UE). La noticia de fraude se difundió cuando la empresa no pudo explicar la ausencia de casi 2,000 millones de euros en sus libros y, finalmente, fueron hallados en Filipinas, lo cual llevó a la quiebra a la empresa y al arresto de sus altos ejecutivos.
Después de estos eventos, la confianza e independencia de los auditores en el país quedó mermada no sólo en esa nación, sino en el mundo. Por ello, se ha expuesto la necesidad de un análisis profundo y minucioso por parte del profesional independiente, quien evalúa los estados financieros de las empresas, además del escrutinio de la responsabilidad del auditor en su opinión profesional.
Para evitar casos de fraude como el de Wirecard, es esencial una revisión profunda de las prácticas de auditoría. Los auditores deben adoptar controles más rigurosos, no confiar ciegamente en la información proporcionada por la dirección y estar dispuestos a cuestionar y verificar (de forma independiente) dichos datos.
Además, la implementación de una rotación de firmas de auditoría podría ser una medida efectiva para prevenir la complacencia y garantizar la objetividad. La transparencia en los procesos de revisión también debe ser una prioridad, permitiendo a todas las partes interesadas entender cómo se realizan las auditorías y cuáles son sus resultados.
Los Pronunciamientos Internacionales de Formación (PIF) siguen vigentes, tal y como la International Federation of Accountants (IFAC) los publicó hace varios años a través de la International Accounting Education Standards Board (IAESB). Se debe reforzar este conocimiento con los aspirantes a auditores, formando en ellos un criterio escéptico, neutral y apasionado por analizar todas y cada una de las pruebas que se seleccionan en cualquier rubro de los estados financieros; asimismo, también es cierto que los encargados de los equipos de auditoría y socios deben estar perceptivos en todo momento de las comunicaciones del personal que opera las revisiones en campo.
El objetivo de los pronunciamientos es que las Normas Internacionales de Educación (NIE), emitidas por la IFAC, establezcan los principios que las organizaciones profesionales de contabilidad deben seguir para construir una profesión contable nacional, la cual sea plenamente capaz de satisfacer las complejas demandas que las economías y las sociedades le imponen.
El PIF 4 (revisado) establece los resultados de aprendizaje en valores, ética y actitudes profesionales. Estas son las características que identifican a los contadores públicos como miembros de una profesión; incluyen los principios de conducta (como principios éticos) generalmente asociados y considerados esenciales para definir las características distintivas del comportamiento profesional.
Este pronunciamiento brinda una guía actual y práctica de cómo las instituciones educativas y de ejercicio profesional pueden transmitir este valioso conocimiento. Llevando a cabo un recordatorio periódico y, reforzado con el Código de Ética Profesional, se asegura de que este conocimiento envolverá las mentes de los participantes y generará la duda razonable sobre el actuar, pues es el tiempo perfecto para mostrar el camino correcto a los aspirantes a la profesión de auditoría.
La ética profesional demanda la independencia de criterio, incluso frente a las presiones externas que pueda llegar a tener el profesional independiente. En estas épocas donde llegan retos de esta índole, se deben eficientar los servicios, apoyándose en las Normas de Información Financiera (NIF), las leyes fiscales locales y federales, así como en los órganos reguladores, por ejemplo, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
El caso Wirecard ofrece lecciones valiosas para el mundo de la auditoría. Destaca la necesidad de una mayor diligencia, una regulación efectiva y revisiones exhaustivas; sólo a través de estos esfuerzos conjuntos se pueden prevenir escenarios similares en el futuro.
La ética y el escepticismo ya no se limitan a revisar papeles de trabajo de auditoría. Hoy en día, validan procesos automatizados, comprenden riesgos de ciberseguridad, cuestionan modelos de algoritmos y mantienen una capacitación continua en estos temas, apoyándose en los profesionales en la materia, pues ellos sólo pueden analizar cierto aspecto de los programas, pero el criterio del profesional independiente (y de su equipo de trabajo) da la posibilidad de levantar la mano sobre alguna actividad anómala que presenten las cifras financieras y, con esto, promover un análisis más exhaustivo hasta lograr una razonabilidad en las cifras.
Estamos en un momento histórico donde no podemos permitir que nos rebase la tecnología ni supere nuestra ética; debemos enarbolar siempre el fiel cumplimiento que nos marcan las normas y pronunciamientos emitidos por organismos profesionales nacionales e internacionales, ya que sólo así podrá sobrevivir la credibilidad de los revisores de estados financieros.
El Código de Ética Profesional contiene reglas de independencia que debe atender el contador que realice trabajos de auditoría, revisión y atestiguamiento.
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