Aunque es cierto que el mercado internacional del crudo ha experimentado un cambio en la composición de la demanda global, consumiendo, en mayor medida, petróleo proveniente de Norteamérica y el Caribe que de Medio Oriente, la demanda no ha disminuido de forma sustancial como para afectar los precios de esta manera. De hecho, China ha sido la única economía que ha mostrado una contracción importante en la demanda del hidrocarburo, la cual alcanzó un 7% a tasa anual en noviembre, de acuerdo con el Banco Mundial.
Un fenómeno muy similar está ocurriendo en el mercado del gas natural. Durante la mayor parte de 2023, los precios del gas natural tendieron a disminuir 10% en promedio a tasa anual y, en lo que va de 2024, ha caído 8%. En este mercado, en particular, sí hubo una modificación sustancial en la demanda y la cantidad demandada, pues de 2022 a 2023, Europa contrajo el consumo de gas en 14.9%, algo que, para 2024, fue realizado por los países ubicados en el Pacífico asiático; asimismo, Medio Oriente incrementó también su demanda en 7% promedio anual en los dos últimos años.
A pesar de lo referido, también la sobreproducción en Norteamérica y en Eurasia ha ocasionado que los precios se depriman. También, la capacidad de generación más los nuevos yacimientos de gas natural han estado por encima del promedio alcanzado en años pasados. En particular, los inventarios rusos de gas natural están creciendo de forma considerable (4% en promedio anual, según la Agencia Internacional de Energía), lo que, sin duda, afectará en un futuro no muy lejano.
En consecuencia, podemos entender que el mercado de los energéticos esperaba una expansión más significativa a partir del fin de la pandemia, lo cual no ocurrió. Aunado a esto, dadas las expectativas de crecimiento mundial para 2025 por el cambio en la composición de la demanda de energéticos, producto del uso de energías limpias y el moderado escenario en los conflictos bélicos, las expectativas para los precios del petróleo y gas natural para los próximos dos años presentan panoramas a la baja, replicando (en promedio) una caída similar a la de 2023 y 2024.
Por lo tanto, la caída en los precios (que puede estar por venir) representaría una oportunidad para incentivar la producción; los bajos costos que esto implica sería una clara señal de mercado para tal efecto. Sin embargo, debido a la fase del ciclo económico en la que la economía mundial se encuentra, va a ser complicado que la iniciativa privada mande y entienda una señal de mercado en el sentido comentado. Me parece que la señal debe venir del lado público; al respecto, la disminución de las tasas de interés suele ser una gran herramienta.
A pesar de su constante disminución en la segunda mitad de 2024, el ritmo de contracción no ha sido el suficiente; es claro que la inflación (de manera generalizada) aún persiste en niveles no esperados, pero el ritmo de actividad económica se está estancando de nuevo, y esto puede generar más o mayores problemas económicos.
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