Para los profesionales contables, entender estas modificaciones no es sólo un reto académico, sino una oportunidad para mejorar la comparabilidad, la transparencia y la utilidad de la información financiera.
Hasta ahora, las entidades tenían flexibilidad al decidir cómo clasificar sus ingresos y gastos, lo que generaba dificultades para los usuarios al comparar estados financieros de diferentes empresas. La IFRS 18 busca eliminar esa brecha y establecer un lenguaje uniforme para todos los preparadores de información financiera.
El cambio más trascendente está en el estado de resultados integral, donde los ingresos y gastos deberán dividirse en tres categorías:
Esta clasificación no es un simple reordenamiento, sino un rediseño conceptual que obliga a replantear la forma de presentar la rentabilidad.
El impacto para la práctica diaria es evidente. Los contadores deberán actualizar sus criterios y apoyar a las entidades en la reclasificación de partidas que tradicionalmente se presentaban en rubros amplios; por ejemplo:
Esto obliga a diseñar políticas contables más claras, documentadas y comparables con lo que hacen otras entidades del mismo sector.
Los principales beneficios que ofrece la IFRS 18 son:
Pero no todo es positivo:
México mantiene, desde hace más de una década, un proceso de convergencia con las IFRS, por lo que no es descabellado pensar que en los próximos años veremos cambios similares en las Normas de Información Financiera (NIF). En particular, la NIF B-3, Estado de resultados integral, tendrá que ajustarse para alinearse con la estructura de categorías de operación, inversión y financiación.
Este proceso no sólo implica cambios normativos, sino también transformaciones culturales en los despachos y áreas contables. Los usuarios deberán prepararse para explicar los estados financieros a directivos, inversionistas y autoridades fiscales bajo un nuevo esquema narrativo.
Los profesionales contables juegan un rol particular en este contexto y deben llevar a cabo lo siguiente:
Como ejemplo práctico de lo anterior, supongamos una empresa que presenta intereses ganados como parte de la utilidad operativa. Bajo la IFRS 18, estos ingresos deben reclasificarse como de inversión, lo que modifica indicadores clave como el Beneficio Antes de Intereses, Impuestos, Depreciaciones y Amortizaciones (EBITDA, por sus siglas en inglés) o el margen operativo. Este simple ajuste puede cambiar la percepción de analistas o inversionistas sobre la rentabilidad del negocio.
Uno de los temas más relevantes de la IFRS 18 es la regulación de las medidas alternativas de desempeño (non-GAAP measures), como el EBITDA. A partir de ahora, cualquier medida usada en reportes externos debe ser explicada y justificada, conciliarse con una IFRS comparable, así como presentarse en una nota única para mayor claridad.
Esto pone fin a la práctica de usar indicadores “a la medida” sin sustento normativo y fortalece la transparencia de la información financiera.
La IFRS 18 exige que las notas se presenten de manera sistemática y con referencias cruzadas a los estados primarios. Esto puede parecer un detalle menor, pero en realidad representa un cambio importante, pues se busca que el usuario pueda navegar con mayor facilidad entre estados y notas, evitando información dispersa o redundante.
Asimismo, se refuerza la necesidad de incluir información sobre capital, dividendos, reservas y sobre la base de preparación de los estados financieros.
La IFRS 18 no es sólo un ajuste técnico; es un cambio de paradigma en la forma de presentar y comunicar la información financiera. La entrada en vigor en 2027 marca el inicio de un nuevo ciclo en la transparencia contable.
Para los contadores y profesionales afines, este es el momento de actuar. Anticiparse, capacitarse y preparar a las organizaciones será la clave para convertir un cambio normativo en una ventaja competitiva. Las empresas que adapten su información financiera con claridad y oportunidad estarán mejor posicionadas frente a inversionistas, autoridades y mercados internacionales.
En un entorno de globalización y de alta convergencia normativa, la IFRS 18 representa un recordatorio de que la contabilidad no es estática, sino que evoluciona al ritmo de los mercados, y quienes ejercen la profesión contable deben evolucionar con ella.
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