e entiende como gestión de riesgos al conjunto de acciones encaminadas a la identificación, análisis, evaluación, control y reducción de los riesgos, los cuales poseen un origen multifactorial. Este proceso se halla en permanente construcción e involucra varias etapas: detección del problema, previsión, mitigación, preparación, auxilio, restablecimiento y reconstrucción; para llevarlo a cabo es necesario reconocer y valorar las pérdidas o posibles daños sobre aquellos agentes más propensos a salir afectados, esto por medio del análisis de los peligros y la vulnerabilidad (Ley General de Protección Civil).
Uno de estos agentes es el capital humano de una empresa, ya que, en caso de ser sujeto de la materialización del riesgo, el daño que reciba puede tener consecuencias multidireccionales y afectar al trabajador, a su familia y a la empresa en general. El perjuicio que sufre un empleado como resultado de un riesgo laboral perjudica su salud física y mental y compromete sus capacidades; en este sentido, no sólo se debe cubrir la seguridad social, sino lidiar con la probable ausencia de esa persona por licencia médica, lo que a su vez genera la necesidad de suplir dicho eslabón de la cadena productiva; al no haber una certeza de que el reemplazo cuenta con el mismo expertise, pueden suscitarse una contingencia económica o conflictos legales para la empresa por no cumplirse con los compromisos contractuales.
De lo anterior, deviene reflexionar una vez más sobre la importancia que cobra la capacitación continua del capital humano no sólo en lo concerniente a sus funciones, sino en cuestiones de prevención de riesgos tanto en materia de seguridad como de salud en el trabajo. La infraestructura y los insumos adecuados para el desempeño de los procesos son indispensables para generar un ambiente laboral seguro y sano; sin embargo, la falta de perfiles ad hoc y de formación deriva en que se rompan las cadenas productivas, lo que afecta al entorno y, por ende, a los seres cercanos de los empleados, a los terceros involucrados y, a mayor escala, a los emprendedores.
A 28 meses de declararse la emergencia sanitaria en México, vale la pena analizar algunas de sus consecuencias, como la falta de diversos perfiles laborales en los espacios de trabajo, la necesidad creciente de acceder y estar actualizados en el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) o la crisis económica, que sin duda ha sido y es un elemento decisivo para la definición de inversiones factibles.
Según un estudio elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se estima que 34.2% del empleo formal y 24.6% del Producto Interno Bruto (PIB) de la región corresponden a sectores fuertemente afectados por la crisis derivada de la pandemia, entre los cuales se encuentran el turístico, la industria cultural tradicional, el comercio, la reparación de bienes, hoteles y restaurantes y los servicios de transporte, entre otros.
Por otro lado, menos de la quinta parte del trabajo y del PIB se generan en sectores poco impactados, como la agricultura, ganadería, pesca, telecomunicaciones, producción de alimentos, de equipo médico y medicamentos, entre otros. La gran mayoría de las empresas de la región han registrado importantes caídas en sus ingresos y la Cepal estima que cerraron más de 2,7 millones de empresas formales y que se perdieron 8,5 millones de cargos a la primera semana de junio de 2020, más las reducciones de empleos que lleven a cabo los negocios que continúen operando.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos pronosticó que México tendría, durante este año, una tasa de desempleo situada en 3.6%, una disminución frente al 4.1% de 2021; asimismo, predijo una inflación del 6.9%, un crecimiento reestimado del PIB del 1.9% al mes de junio y un incremento del 4.1% anual en el consumo privado.
De acuerdo con el Reporte Laboral México 2019 de Hays, sólo 44% de las empresas en México invirtió en capacitación de sus colaboradores, tendencia que ha reflejado fluctuaciones significativas; sin embargo, si se analiza esto desde un enfoque propositivo, los negocios enfrentan la oportunidad de realizar diversas acciones estratégicas, como son:
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