stamos comenzando un nuevo año y deseando que el entorno económico sea mucho más favorable del que tuvimos durante 2022. Para saber cómo será el 2023, tenemos que revisar los aspectos fundamentales de la economía durante el año pasado. Empezaremos revisando el mercado interno que, al igual que en la mayoría de las economías, se mantuvo en desequilibrio efectivo durante todo el año pasado.
La demanda del mercado mexicano a mediados del 2022 alcanzó los niveles prepandémicos (si revisamos el índice de confianza del consumidor), al sobrepasar los 45 puntos. Esto se vio reflejado en la cifra histórica máxima de consumo privado del tercer trimestre, del orden de los 12,857,159.3 millones de pesos a precios del 2013, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Lo anterior implica que los agentes económicos estuvieron dispuestos a aumentar sus niveles de consumo, incluso por encima de los niveles anteriores a la pandemia; y la confianza del consumidor sigue subiendo, por lo que, la demanda interna difícilmente sufrirá una contracción durante la primera mitad de este 2023.
Del lado de la oferta, el indicador de confianza empresarial empezó a caer a partir del segundo trimestre de 2022, pasando de 57 puntos en enero a 41 puntos en septiembre (de acuerdo con el Inegi). ¿La consecuencia?, la Inversión Fija Bruta (IFB) siguió muy por debajo de los niveles anteriores a la pandemia; el índice de inversión con base en 2013 se situó en los 99.8 puntos en el tercer trimestre de 2022, cuando en septiembre de 2018 estaba en 112 puntos.
Lo anterior significa que el ritmo de crecimiento de la producción de bienes y servicios está todavía muy lejos de alcanzar los niveles necesarios para satisfacer la demanda del mercado. A pesar de que las empresas comerciales reportaron una recuperación en el volumen de comercio al por mayor y al menudeo (incluso por arriba del volumen prepandémico), alcanzando los 119 puntos en el índice con año base 2013 a finales de 2022, el volumen de producción aún no corrige el desequilibrio efectivo del mercado. Hay subsectores del mercado cuya demanda tarda meses en ser satisfecha por la oferta.
En consecuencia, el mercado externo creció de manera muy dinámica durante el año pasado, de tal manera que, la balanza comercial estuvo alrededor de los 55 mil millones de dólares (récord histórico para la economía mexicana); lo cual fue resultado de la dinámica en las actividades económicas de EUA, Canadá y China, principalmente. Gracias al sector externo, una gran parte de la demanda interna es satisfecha, al mismo tiempo que las empresas mexicanas encuentran oportunidades de negocio fuera de nuestras fronteras.
A nivel sectorial, las manufacturas, pero sobre todo, los servicios crecieron a un muy buen ritmo desde el segundo trimestre de 2022; ritmos de 2.7% de crecimiento promedio mensual se registraron en las manufacturas, mientras que, en los servicios el crecimiento fue del 3.5% promedio mensual, según cifras de Inegi; sin embargo, el sector agropecuario siguió estancado. El sector de la construcción continuó su desplome, pasando de un valor de producción de 35 mil millones de pesos en 2013 a 24 mil millones en agosto de 2022, la cifra más baja de los últimos 70 años.
Bajo estas condiciones, era normal presenciar niveles de inflación por arriba del 8%. En octubre de 2022 fue de 8.55% a tasa anual, la más alta durante el siglo XXI. Análogamente, los precios al productor alcanzaron los 120 puntos a finales del 2022, con base en el Índice Nacional de Precios al Productor (INPP) publicado por el Inegi.
Los costos para las empresas crecieron de manera continua durante todo 2022; y, aunado a los incrementos salariales, las altas tasas de interés (en noviembre de 2022 en niveles del 10%) y la cadena de suministro de bienes intermedios e insumos mostrando disrupciones, era de esperarse una desaceleración en la actividad económica notoria. De tal suerte que, la tasa de crecimiento de la economía en 2022 fue de 1.9%, según el Banco de México (Banxico). Por último, el tipo de cambio se mantuvo estable (y puede decirse que fuerte) durante la segunda mitad de 2022, producto de los incrementos en la tasa de interés de referencia.
Con esta información, lo que podemos esperar para 2023 es que el mercado interno va a seguir con producción insuficiente para satisfacer la demanda interna, manteniendo las presiones inflacionarias; lo que conduce a un incremento de los costos, retroalimentando a la inflación.
En estas condiciones, seguramente Banxico mantendrá la política económica restrictiva (aumentando la tasa de interés), lo que va a evitar un crecimiento en las inversiones productivas, desacelerando la economía aún más. No por nada, el pronóstico de crecimiento para este 2023 de 1.2%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI); de 1.5%, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); o de 1.6% para Banxico. Mi pronóstico es la media de estos tres, 1.4% de crecimiento anual.
Bajo ciertas circunstancias, hay autoridades específicas que están facultadas para solicitar información confidencial amparada por el secreto bancario.
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