El listado de aranceles por país que fue publicado recientemente por la administración de Donald Trump provocó un sinfín de respuestas arancelarias por parte de otras naciones, así como ambientes de incertidumbre, los cuales han afectado a la mayoría de las bolsas de valores del mundo de una manera importante.
La afectación económica fue tal que el presidente Trump tuvo que dar un discurso a principios de abril para calmar a los mercados. Un discurso con un tono más combativo que conciliador, donde incluyeron frases como: “¡No sean débiles!, ¡no sean estúpidos!, ¡no entren en pánico!, ¡sean fuertes, valientes y pacientes, y el resultado será grandeza!”.
Es claro que durante los próximos cuatro años las condiciones económicas y financieras no serán estables; el flujo comercial seguirá sufriendo repercusiones y las industrias experimentarán contracciones frecuentes producto de las decisiones unilaterales de la economía estadounidense.
Ante este escenario, preguntarse si es una buena idea diversificar los socios comerciales de México es pertinente; aunque la respuesta puede parecer sencilla, se debe considerar que la realidad es mucho más compleja que los deseos de deshacerse de un socio incómodo.
La integración comercial entre México y EUA es un proceso vigente que lleva más de 100 años y se ha intensificado en los últimos 30. Las cadenas de valor entre ambos países están vinculadas de tal manera que romper los lazos comerciales, o bien, disminuir la intensidad en ellos, tardaría (más o menos) el mismo tiempo que tardó su construcción. Entonces, una opción viable sería buscar un socio comercial similar en tamaño económico, siendo la economía china la más cercana a esas características.
Durante las últimas cuatro décadas, China ha crecido a una tasa promedio anual de 9.4%, según datos del Banco Mundial. En ese periodo, la innovación tecnológica, la productividad de los factores, la penetración financiera, la inversión total y el comercio internacional crecieron enormemente, consolidando la producción de bienes y servicios de manera notoria.
China representaría un gran comprador de insumos y bienes intermedios, como lo es EUA; esto debido a su perfil de vendedor, cuyo modelo de negocios está basado en los bajos costos de producción y diseño, con énfasis en la practicidad y la eficiencia. China posee una gran cantidad de recursos naturales, mano de obra, capital humano y físico; por lo tanto, no requiere de un socio comercial que le ayude con la producción; en su lugar, busca compradores netos, tal como sucede con Sudamérica, África, Medio Oriente y Oceanía.
La siguiente economía por tamaño es la Unión Europea, con la que México ya tiene un tratado de libre comercio; Europa es un mercado relativamente grande cuya característica principal es el consumo. Se trata de una región que también es compradora neta de bienes finales y la mayoría de estos proviene del mercado de Norteamérica. La economía europea está fuertemente desarrollada en el sector servicios, sobre todo, en el ámbito financiero y el turístico; sin embargo, el aparato industrial europeo difícilmente es el motor principal del crecimiento económico.
Japón, Corea del Sur, Australia, Turquía, India, Brasil, Chile o Argentina, por mencionar algunos, difícilmente cubrirían el volumen de comercio que actualmente nos proporciona EUA, incluso en conjunto. Las distancias geográficas y culturales representan un impedimento para la consolidación de relaciones comerciales estrechas.
En conjunto, intensificar los flujos de comercio con todas estas economías es una gran idea. Sin duda, la disminución en la dependencia comercial con EUA es algo deseable y la penetración comercial en otras regiones del planeta es necesaria para la economía mexicana, pero no es la solución al problema que el país enfrenta hoy.
Sabemos muy bien que la afinidad económica que genera una integración comercial fuerte tarda décadas en desarrollarse y, actualmente, se requiere ser pragmáticos para solventar los escenarios económicos presentes. Pero también es cierto que si no iniciamos la independencia comercial (respecto del vecino del norte), siempre estaremos en la misma posición de vulnerabilidad en la que nos encontramos el día de hoy.
Tras los aumentos arancelarios, se deben considerar los efectos en el desempeño de los negocios en México y las repercusiones en su información financiera.
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