¿Qué es un CEO que va más allá de lo tradicional? Supongo que eso depende de quién lo describa. La literatura de negocios tiende, a veces, a esperar demasiado del ejecutivo: debe ser empático, asertivo, analítico, creativo, un gran comunicador, tener disposición para aprender, mantenerse actualizado, abrirse a nuevos conocimientos (incluso fuera de su ámbito profesional), ser un gran estratega, un excelente vendedor, un gran motivador y también un intelectual, firme (pero flexible), retador pero comprensivo, etc.
Esta larga lista de cualidades hace difícil reconocer cuáles deberían ser nuestras prioridades. La respuesta es, de nuevo: depende de la empresa y de su contexto; por ejemplo, una entidad en crisis podría beneficiarse de un estilo más decidido y un tanto más autoritario, donde se necesita que alguien tome las riendas, ponga orden y sea rápido y contundente para decidir en medio del caos y el conflicto.
A pesar de lo referido, hay cualidades que, hoy en día, son no negociables; ejemplo de esto es que todo gran líder debe contar con una mente fría que sepa decidir bajo presión, especialmente cuando se enfrenta a problemas complejos e inéditos. Además, debe saber cómo dominar sus emociones, cuidando de no exponerlas demasiado (como dicen coloquialmente: “Para no dar cambio de más”) para ser el primero en mantener la calma, la seguridad y la moral alta en la organización (como dice otro célebre refrán: “Usted tranquilo y yo nervioso”).
Como sabemos, el CEO vincula al consejo de administración con la parte operativa de una organización. Su papel es el del cabal cumplimiento de los objetivos organizacionales, los cuales han sido estipulados por la asamblea de accionistas; asimismo, para este fin, echa mano de los recursos disponibles, gestiona el talento humano, toma decisiones estratégicas, mide los resultados y ajusta la estrategia.
Aunque su día a día gira en torno a procesos y resultados, realmente el CEO es un gestor de personas, pues un líder es alguien que logra resultados sólo a través de terceros. Y aquí entra otro de los no negociables: la inteligencia emocional. Se trata de un término relativamente nuevo, aunque siempre he creído que los CEO exitosos la poseen, lo sepan o no; pero si en el pasado se podía más o menos hacer un decoroso trabajo sin ella, ahora las cosas pintan diferente.
Es bueno que se le haya puesto nombre y apellido a la inteligencia emocional, porque así podemos medirla, estudiarla y dominarla. Podría decir, sin temor a equivocarme, que representa el secreto del éxito para que todo nuevo líder logre una gestión exitosa como CEO de cualquier tipo de empresa.
Y es que un líder debe saber guiar, inspirar y construir una visión de futuro que motive a otros a seguirla por convicción, y eso es la inteligencia emocional. La gran diferencia entre un CEO centrado en los procesos y uno centrado en las personas tiene que ver con su capacidad para inspirar y empoderar a sus colaboradores.
Podemos hacer un paralelo con la experiencia de ser padres: ¿educamos a nuestros hijos para que siempre nos hagan caso o para desarrollar un criterio que les permita tomar decisiones inteligentes por sí mismos?, ¿los educamos para que hagan lo correcto motivados por el temor al castigo o porque han desarrollado una saludable conciencia moral?
Los padres no duramos para siempre, pero la educación que heredamos a nuestros hijos trasciende las generaciones. Entonces, claro que importa que el líder consiga el resultado, pero también es relevante cómo lo logra. Cabe recordar que, al trabajar con otros, el CEO también contribuye a formar a los líderes del mañana; y aunque esos no son objetivos a corto ni mediano plazo, formar y empoderar al talento es fundamental para asegurar que la empresa sobreviva a la ausencia de sus líderes actuales.
La inteligencia emocional también nos permite gestionar la diversidad. Sabemos, por ejemplo, que incluir mujeres en los consejos de administración fortalece la toma de decisiones y fomenta un entorno colaborativo y empático; asimismo, que potenciar las habilidades del equipo con diversidad no sólo atrae y retiene talento, sino que incrementa la productividad. Para liderar equipos diversos se necesitan líderes con inteligencia emocional porque la diversidad implica cambio, el cambio implica fricción y la fricción implica aprendizaje. Un líder inteligente sabe gestionar esta fricción de manera productiva, evitando que escale en un conflicto.
Un CEO que es emocionalmente inteligente también sabe adaptarse a diferentes estilos de personalidad y a las caprichosas circunstancias. A esto también se le llama liderazgo situacional; un enfoque que propone que el estilo de liderazgo del CEO debe adaptarse a la situación en turno y las necesidades particulares de cada grupo de colaboradores. Entonces, en lugar de aplicar un estilo de liderazgo único, hay que dominar cuatro: el directivo, el persuasivo, el participativo y el delegador, siendo el estilo directivo el más controlador y el delegador el más interdependiente.
Para escoger el estilo adecuado hace falta esa pericia emocional, ya que hay que saber comunicar y escuchar para elegir el enfoque óptimo, según el grupo de interés o la persona en cuestión.
Los líderes, los directivos o los CEO que no logran desarrollar su inteligencia emocional son mucho menos adaptables, algo que es prácticamente un pecado en el mundo de hoy; tampoco están en condiciones de ocupar posiciones de liderazgo con eficacia e, irremediablemente, son desplazados por otros más calificados. En suma, un líder que sabe ir más allá de lo tradicional no es alguien que ha descubierto el secreto del liderazgo; no lo hay.
El CEO que va más allá cambia según la situación que le ha tocado; no encuentra soluciones en recetas universales, sino en sus circunstancias particulares y, a partir de ellas, inventa soluciones hechas a la medida; no obstante, tampoco lo hace solo; para eso sabe dirigir, motivar y empoderar a un equipo. Por eso digo que depende, ya que se trata de su capacidad de adaptación; primordialmente, es lo que lo convierte en el CEO a la altura de la ocasión.
Dicen que el liderazgo es el arte de lograr que otros realicen lo que uno desea, pero motivados por su propia voluntad. Para algunos esto puede sonar un tanto maquiavélico, pero yo creo que la clave para lograr algo así tiene que ver con la congruencia y la integridad que el propio líder posea, pues, en mi opinión, el liderazgo más auténtico y duradero comienza con liderarse a uno mismo.
Si queremos una empresa empática, el líder debe serlo; si queremos una empresa adaptable, el CEO debe poner el ejemplo, y eso es no negociable.
Adquirir una empresa en operación se puede estructurar mediante la compra total o parcial de los activos de la entidad, o bien, de sus acciones.
Jorge Grinberg Feldman, Andrés Montaño CaramFomentar una cultura organizacional centrada en el bienestar y capacitar a los líderes con sensibilidad emocional ayudan a prevenir y combatir el burnout.
Mauricio Hurtado de Mendoza ValdezOcupar el puesto de CEO por primera vez en una empresa conlleva entusiasmo e inspiración para agregar valor a la organización.
Mauricio Brizuela ArceEs necesario construir una buena colaboración en el equipo de liderazgo, donde se promueva el crecimiento de la empresa y de sus integrantes.
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