Es conocido que son las normas específicas de reconocimiento las que tendrán la última voz al momento de incorporar en los estados financieros las partidas que los integran; también es necesario asumir que, en todo caso, deberá prevalecer lo establecido en el marco conceptual de las NIF sobre las específicas.
El primer criterio que se establece para llevar a cabo el reconocimiento contable es la necesidad de validar que la partida en cuestión coincide con la definición de un activo, pasivo o capital contable; por otro lado, se debe hacer lo propio para clasificar ingresos, costos y gastos.
El segundo criterio de reconocimiento establece la obligación de confirmar que también se cumple con las características cualitativas fundamentales establecidas en el mismo marco conceptual.
Dentro de los criterios que se describen, se habla también de nivelar el costo-beneficio, es decir, que si el beneficio de cumplir con los primeros dos criterios es menor al costo que significará llegar a ellos, el preparador de la información tendrá que decidir su inclusión o no.
Sumado a ello, otro punto importante que establece la norma es la valoración acerca de no reconocer un activo o un pasivo y los efectos que esto generaría en la toma de decisiones. Si el caso es que normativamente no es necesario reconocerlo, entonces lo que asume importancia es la necesidad de revelarlo, entendiendo y asumiendo la importancia que esto tiene en la presentación de los estados financieros.
Ahora bien, si recuperamos la normativa que señala que el reconocimiento contable involucra la representación fiel y la relevancia de la partida, surge la necesidad de hacer conciencia acerca de los criterios mencionados. En una lectura original parecieran reglas sencillas; sin embargo, cuando se logra entender su gran importancia y el hecho de que operan conjuntamente con todas las normas específicas, se asume que tener dominio de los criterios de reconocimiento es la verdadera herramienta que nos permite cumplir con la normatividad contable en su conjunto.
El dominio de la norma contable permite lograr un mejor reconocimiento de las transacciones y de los otros eventos que afectan económicamente a una entidad y, con ello, fortalecer al tomador de decisiones cuando lleva a cabo el análisis de los estados financieros. Darle la mejor brújula a la persona encargada de la toma de decisiones propicia la permanencia de las organizaciones y el cumplimiento de sus objetivos.
La profesión contable tiene una gran responsabilidad en la preparación de los estados financieros. Queda claro para todos que hacer contabilidad no consiste en cargar y abonar, sino en implementar el conjunto de la normatividad, con la certeza absoluta del conocimiento sobre el marco conceptual.
En esta ocasión, resaltamos la importancia de los criterios de reconocimiento, pero es necesario conocer, estudiar y dominar a profundidad todo el contenido del marco conceptual; sólo ese dominio permitirá una adecuada aplicación de las demás normas que asumen la característica de ser específicas.
Se propone que las nuevas NIF B-1 y B-3 entren en vigor el 1.° de enero de 2028, con aplicación anticipada permitida para el 1.° de enero de 2027.
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